jueves, 4 de agosto de 2016

Feliz como un gato... (o la maravillosa aventura de vivir con uno)

¿Has tenido la suerte de compartir tu vida con un gato, aunque sea por breve tiempo...? Muchos responderán que si, otros muchos dirán que no, y otro tanto dirán "Jamás! No me gustan los gatos"

Para todos, hoy dedico esta entrada especial. Para los que sí, porque lo van a disfrutar, para los que no, para que sepan lo que se pierden, y para los que "Jamás",  para que aprendan algo sobre el maravilloso mundo gatuno.

Hoy además, este post es un homenaje a mi querido FATIGA que aunque ya no nos acompaña físicamente, su espíritu permanecerá siempre entre nosotros y su recuerdo seguirá intacto en nuestros corazones.

"FATIGA"


LA HISTORIA AL REVÉS

De niños nunca hubieron mascotas en casa, salvo por tiempo limitado, algún refugiado rescatado por ahí, pero que a la larga, debía marcharse apenas recuperado.

Aunque la lógica diría que tengo que contar la historia en "orden cronológico" he decidido empezar "por el final", pues el final es precisamente el "disparador" de esta historia, y es por sobre todo, a quien quiero honrar en el día de hoy.

Solo a fin de ponernos en contexto, hoy en casa somos Carlos (mi marido) y yo... y dos gatos: "Matute" y "Neko". Así era hace tres años atrás, y así vuelve a ser hoy, tristemente.


FATIGA


Cuando ya éramos muchos en casa (mi marido, dos gatos y yo), una noche sentados junto al fuego sentimos un maullido insistente afuera. No eran Matute y Neko (nuestros gatos)  porque estaban a nuestros pies frente a la estufa... asi que salimos a ver. Sentada al otro lado de la puerta vimos aquella criatura absolutamente negra como el azabache que maullaba a grito pelado  y que apenas abrir la puerta lanzo un chillido agudo e imperativo como diciendo "alguien que me atiendaaaaaaa!!!!!"

Nos quedamos de una pieza mirando, y dijimos "ay...no...!!! otro más, no....!! ya somos muchos...!" Pero nos partía el alma, asi que fuimos por comida y un tacho y se lo pusimos en el jardín junto al portón. Obviamente, tras esto, cada noche, exactamente a la misma hora (20.15) teníamos a la criatura maullando en la puerta de casa. Asi que le sacamos algunas fotos, las publicamos en redes sociales, e intentamos conseguirle un hogar. Pero, como siempre pasa, cuando uno comparte estas cosas, desaparecen todos los defensores de los animalitos y no queda nadie que realmente se haga cargo .Para "peor" un gato negro, era como tener todos los boletos para perder.  Así fueron pasando los días. Cada noche aquella belleza negra llegaba hasta la puerta por su ración diaria.

Negro sobre negro... así empezó todo....


Una noche, yo trabajaba en la computadora junto a la estufa, mientras mi marido lo hacía en la mesa del comedor. Uno de los gatos, Matute, dormitaba en una silla junto a mi marido, mientras que el otro, Neko lo hacía a mis pies. En determinado momento me levanté para preparar la cena y me pareció percibir algo extraño con el rabillo del ojo. Volví sobre mis pasos, y me pareció notar algo extraño... hice "foco" con la vista sobre el sofá negro... y entonces me di cuenta: había un gato negro hecho un bollo durmiendo plácidamente en nuestro sillón...!!! Entonces le dije a mi marido: "Carlos, mirá el sillón" Miró con ojos grandes aquella escena.... me miró a mi... lo volvimos a mirar... y me dijo "no, esto es muy fuerte...!" Nadie lo escucho entrar, nadie lo percibió caminando entre nuestros pies ni lo vio acurrucarse en el sillón. Era obvio que estaba agotado, pero a la vez era sorprendente como un gato de la calle había tenido la osadía y a la vez la confianza para aventurarse en terreno desconocido, habiendo además otros dos gatos en casa, para llegar a dormirse profundamente en un sillón de un completo extraño desatendiendo su instinto natural ante un posible sitio amenazador. Sin embargo, entreabrió apenas los ojos, se acomodó mejor, y siguó durmiendo. Nosotros nos seguíamos mirando atónitos con mi marido. Era evidente que aquel gato había conocido un hogar anterior porque no era desconfiado como es de esperar de un gato callejero. Su pelo lucía espectacular, aunque estaba extremadamente flaco y sus caderas parecían una gran percha. Era pelo y hueso. Nos dio mucha pena correrlo y optamos por dejarlo dormir en el sofá hasta que decidiera irse, tal como había llegado. Cenamos, nos fuimos a dormir, y seguía en el sillón. A la mañana siguiente, se había marchado.

Seguimos intentando conseguirle un hogar, pero no habíamos tenido éxito ninguno. Cada noche, a la misma hora, el animalito venía por su ración de comida, luego se echaba en el sofá y a la mañana siguiente había desaparecido. Así ocurrió durante un poco más de una semana. Era muy dulce, y se dejaba acariciar, aunque su mirada era impenetrable, y se notaba un poco de recelo en su actitud. Matute y Neko no lo miraban con demasiada simpatía, pero tampoco le prestaban mucha atención y la perra de los vecinos pronto asumió que el nuevo gato era parte de la familia y dejo de perseguirlo. Finalmente, decidimos que nos quedaríamos con el nuevo visitante. De hecho, pensábamos que era una gata, por lo que dos gatos, una gata, no estaba tan mal

Un par de semanas después de su llegada, descubrió que la casa tenía otro piso, y que arriba estaba nuestra cama, donde, por cierto... sus "congéneres" dormían con nosotros!! Wooowww....!!! Asi que pronto, donde éramos cuatro... terminamos siendo cinco! Al menos por un tiempo. A los pocos días Matute decidió que éramos demasiados y nos abandono eligiendo un lugar mas solitario y acorde a sus años que le agrada más, sobre todo considerando que las escaleras ya no le sientan tan bien como antes. Así planteadas las cosas, Neko mantuvo su lugar estratégico entre mi cabeza y la de mi marido, mientras que Fatiga, eligió en medio de la cama. Pero al contrario de otros gatos, a Fatiga le gustaba dormir completamente ESTIRADO, cuan largo era, asi que, era como tener "el muro de Berlín" entre mi marido y yo, lo cual nos hacía mucha gracia a ambos.

Vos dormí tranqui, que yo te cuido el sueño...


Cada noche, Fatiga se acomodaba entre ambos, panza arriba y se dormía con una mano de cada uno rascándole la tripa, mientras el nos abrazaba con sus patas (y eventualmente con su boca nos mordisqueba y se dormía con la muñeca de uno de nosotros entre los dientes, como asegurándose de que no nos íbamos a ir a ninguna parte). Cuando al final se nos acalambraba el brazo, nos acomodábamos en la cama y el se ponía entre mis rodillas o con la cabeza sobre mis piernas y así pasábamos la noche. A la mañana solía bajar, apenas bajaba Carlos a preparar el mate, a comer su desayuno. El ritual siempre era el mismo: Carlos ponía el agua a calentar, les ponía la comida a los gatos, hacía el mate y me iban a despertar a mi. Carlos con un beso, Fatiga con un salto olímpico sobre mis costillas o mi espalda. Si no reaccionaba de primera, entonces comenzaba a toparme insistentemente con su cabeza hasta que lo empezaba a mimar y se podía pasar asi todo el resto de la mañana. Me acompañaba al baño, me boxeaba un poco en la escalera y luego bajaba conmigo y salía a dar su paseo matutino mientras tomábamos mate. Al rato venía de afuera maullando y vocalizando como quien trae el reporte mañanero de noticias del barrio y se acomodaba en el sillón junto a Carlos.
Calor de Hogar y  PAZ total!

 
Desde  la cima, con el mundo  a mis pies!






Solía pasar largas horas tirado al sol sobre el techo del auto, desde ahí la vista era magnífica. Otras lo veía desde la ventana de mi estudio durmiendo sobre el techo del vecino, siempre al sol. Si me descubría en el estudio daba un salto hasta la pérgola y aterrizaba en mi ventana maullando y ya se quedaba en el estudio sobre mi falda acompañándome. Si le molestaba mucho que yo estuviera haciendo cosas entonces se tumbaba al sol junto a mi en el suelo. Nuestra cama era otro de sus sitios predilectos. Especialmente en las mañanas cuando el sol entraba a raudales por la ventana y el podía pasarse largas horas disfrutando su calidez. También representaba uno de sus juegos predilectos, ya que a la hora de tender la cama, lo bajabas, y él volvía a saltar sobre ella con expresión divertida, haciendo que una rápida y sencilla tarea se volviera algo casi eterno. Tu tirabas de las mantas de un lado, y el lo hacía del contrario. Sacudías y el se escondía debajo y así podías pasar media mañana en la tarea. Cuando entraba a vestirme a veces lo encontraba estirado sobre la cama, y al escucharme se estiraba aún más como si fuera casi un elástico, enrollaba su cola y volteaba su cabeza estirando la pata como diciendo "Mimos mami...!" Entonces yo me sentaba al borde de la cama, le rascaba la panza y el envolvía mi mano con sus patas abrazándome, totalmente complacido. La sensación de éxtasis de ambos era tan inmensa que yo podía pasarme un larguísimo rato ahí, aún a pesar de las prisas de cada día. A veces, entreabría los ojos y parecía que en cualquier momento podría hablar, entonces, levantaba su barbilla para que le rascara debajo de su quijada y podía sentir su suave ronroneo con una total expresión de felicidad. Era un momento tan pleno, que no importaba de que humor estuviera, él lograba que yo me olvidara de todo.

Pantera en miniatura... que difícil era sacarte una buena foto... tan negro! tan hermoso!


Su andar fue siempre sigiloso. Nunca lo escuchábamos venir. Solía venir caminando desde la cocina a espaldas de Carlos, se paraba junto a su cabeza en el descanso de la escalera y de pronto le soltaba un estridente maullido al oído que casi siempre lo tomaba por sorpresa! Si estaba sola e iba al baño y dejaba la puerta entornada, siempre, no se cómo, ni de dónde, asomaba una cabeza negra con grandes ojos mirándome con curiosidad. Tenia como un "radar" que siempre aparecía cuando uno se metía en el baño. Por las mañanas era habitual salir de baño y encontrarse a Neko y a Fatiga sentados al otro lado de la puerta como niños bien portados en la escuela que te siguen con la mirada cada movimiento que haces, y si yo dejaba la puerta entornada al ir a ducharme era común ver asomar una pata negra intentando correr la mampara (lo cual solía hacer con éxito...!) y ver como asomaba su cabeza curiosa para luego salir disparado apenas las primeras gotas de agua aterrizaban sobre sus orejas. Era tremendamente inquieto a veces. Salía, entraba, salía y volvía a entrar. Pero invariablemente, a la hora aproximada de irse a la cama, el venia y sigilosamente subía la escalera, la mayor parte de las veces sin darnos cuenta y nos esperaba estirado sobre la cama. Otras veces subíamos y no estaba por ninguna parte, pero apenas meternos en la cama, el saltaba inesperadamente sobre nosotros maullando como diciendo "Acá estoy...!!!!" y pronto se disponía a su sesión nocturna de mimos sin limites.

Otro de sus "deportes" predilectos era esconderse en el ropero. Esto implicaba, entre otras cosas, hacer espacio, por lo que era usual llegar y encontrar mi ropa regada por el suelo, la puerta entornada del placard, y ya sabía lo que encontraría adentro....

Pica un gato en el ropero!!!


Al igual que Neko, Fatiga también adoptó la costumbre (por motus propios) de acompañarnos al contenedor de la esquina a tirar la basura, igual que un perro... pero en versión felina. El problema era que si decidíamos salir a caminar teníamos que regresarnos a poco de salir, encerrarlo en casa y volver a empezar porque lo mismo era capaz de seguirnos hasta quien sabe donde, igualito que un perro!!!


Fatiga y Neko: mimos al por mayor...!



Conforme paso el tiempo desde su llegada, su mirada había ido cambiando. Aquellos ojos de mirada indescifrable al comienzo habían dado paso a una mirada cada vez mas expresiva, más cariñosa y más dulce. El era un gato extremadamente dulce. Sin "estridencias". Desde su andar tranquilo, hasta su ronroneo suave y casi imperceptible a veces. Se hacía entender de una manera asombrosa y tenia como bien definidos sus horarios: la hora de la cama, la hora de los mimos, la hora de la comida y la hora en que llegábamos a casa. A veces lo veía parado en la vereda esperando a vernos llegar, otras lo veíamos atravesar los jardines como rayo para llegar al portón antes que el auto, y siempre terminaba parado sobre el contador de agua como un blandengue viendo pasar un desfile, mientras entrabas el auto. Ahí salía corriendo detrás de uno maullando y dando la bienvenida. Sus juegos con la perra de los vecinos fueron en aumento, llegando a terminar retozando entre la pelambre de la panza de Lola mientras ella lo lambeteaba a piacere y luego el devolvía los cariños con un frotar de hocicos repletos de ternura. A la hora de los juegos, solía ser Fatiga quien perseguía a Lola, y era absolutamente cómico ver aquel pequeño gato curvar el lomo como un alambre con la cola enrollada como un gancho que mas que correr iba a los saltos y de costado, como un dibujo animado atrás de la perra.

Verlo al sol era maravilloso... su brillante pelaje negro inmaculado, lo hacia parecer una verdadera pantera en miniatura. La agudeza de su mirada cuando estaba en el jardín observándolo todo denotaba el cazador innato que todo felino lleva dentro. Pero lo mas maravilloso de todo era verlo subir a la falda de mi marido y tomarle la cara con las patas buscando mimos. A veces se quedaba en su falda y a veces se terminaba acomodando a un lado, pero siempre junto a él. Muchas veces venía sigiloso y se acostaba a mi lado y no era sino hasta que estiraba mi brazo que me topaba con él, y me daba cuenta que llevaba horas dormitando junto a mi respaldo.  Si estabas acicalándote en el baño tenia dos lugares favoritos: instalarse en la pileta y mirarte desde ahí, o acurrucarse en el bidet si estabas usando la pileta. Como fuera, el tenia que estar ahí, y ser parte del momento. Era un tremendo compañero.




Siempre sentimos que más que en otros casos, Fatiga nos había ELEGIDO a nosotros. La forma en que apareció en casa, la forma en que nos conquistó, la forma en que se hizo amar. Nunca se integró del todo con Matute y Neko que no le daban mucha cabida en sus juegos, por lo que solía jugar más con nosotros. Tal vez por eso, su vínculo con nosotros fue tan profundo. A diferencia de Neko que desconoce por completo la palabra "dignidad" (esa que "se supone" ostentan los gatos...) Fatiga si tenía esa dignidad. No era un desprecio. No era nada en particular. Era algo casi imperceptible en su mirada, en su manera de pararse frente a la vida, al entorno... algo difícil de explicar. Era algo que te decía que te amaba, pero que era su elección amarte. Como si buscara dejar en claro que el estaba aquí por propia elección y no por necesidad. No "porque le había tocado", sino porque entre todos los sitios del mundo, el había elegido estar aquí.

Ayer empezó como una mañana cualquiera. Pero no fue una mañana cualquiera. Ayer Fatiga salió como cada mañana pero no regreso. Lo encontramos en medio de la calle sin vida, poco rato después. Suponemos que fue un auto. Nunca lo vamos a saber con certeza. Solo sabemos que ya no esta. Que de la misma manera que llego de improviso, se fue sin avisar. Solo sabemos que vino, toco nuestras almas de una forma única, y de la misma manera que llegó se marchó. Solo sabemos que le dimos un hogar, mucho amor, y el nos regalo este tiempo con nosotros y nos lleno de cariño, de mimos, de ternura, de risas,  y dejo una parte de su espíritu retozando entre las paredes de nuestra casa para siempre. Eso va a estar con nosotros y va a permanecer vivo en nuestro corazón.



INICIACION GATUNA


                      


Fatiga no es nuestro primer gato, y de hecho había sido el último en llegar a nuestro hogar, hace apenas tres años. Cada uno de nuestros gatos, tanto los que hoy nos acompañan, como los que fueron antes y ya no están, merecerían por si mismos, no un post, sino un libro completo. Cada cual con sus cosas, tal cual las personas, cada uno con sus anécdotas, y cada cual con un cúmulo de bellísimos y especiales recuerdos. Pero hoy yo quería honrar a Fatiga, tal vez porque siento que se fue "demasiado pronto", tal vez porque siento que de alguna manera "me lo arrebataron" por la forma en que se fue, o tal vez, solo tal vez, porque una parte de mi siempre sintió, con este gato en particular, que su tiempo a mi lado era un tiempo prestado, y que el nunca nos "perteneció" realmente, sino que siempre estuvo "de paso". No lo se. Solo se que tenía un vínculo muy especial con él. Una conexión profunda, algo que de alguna manera era diferente entre nosotros dos. Posiblemente sea porque a diferencia de los otros gatos que he tenido, este llegó solo hasta mi puerta, ya adulto, y luego de haber tenido otro hogar y haber sido abandonado antes. Su mirada había cambiado tanto con el tiempo, su actitud había cambiado, podía sentir como se iba "abriendo" con nosotros día tras día, como cada día nuestra relación evolucionaba y se hacía más estrecha. Cada día había sido un desafío descifrándonos mutuamente, encontrando el camino para irnos acercando. La vida con él había sido tal cual la relación de "El Principito" con el zorro.  Cada día nos sentábamos un poco más cerca, cada día la confianza se iba construyendo de a poco. Cada día la relación se iba haciendo más profunda.




La vida con nuestros gatos nunca es aburrida. Cada día logran sorprendernos con algo inesperado. Su amor es incondicional, tanto o más incondicional que el de un perro, precisamente, porque aquí no hay un "amo".


FELIZ COMO UN GATO....!!!!

SOFA COMUNITARIO: Mejor que "CUCHARITA" es cucharita en familia!
                     


Para el gato, tú eres su familia, su manada. No hay escalas. El gato no necesita vivir con humanos (incluso un gato callejero tiene más chance de supervivencia que un perro precisamente, por ser un hábil cazador) por lo tanto, la relación con el gato no pasa por un tema de "necesidad", pues si un gato no está a gusto es capaz de sacrificar todas las comodidades de un hogar a cambio de su paz mental. Disfruta de compañía pero no le es indispensable. En lo que si se parecen es en el hecho de que te aman de manera completa. Los animales no saben "amar a medias". Ellos te aman  y te lo dan TODO. No escatiman. Te hacen sentir cuan importante eres para ellos por el solo hecho de ser parte de su vida. Te acompañan estés bien, o estés mal. Te dejan en paz cuando necesitas estar solo, y cuando necesitas un mimo, siempre lo tienen para dártelo. Se hacen entender y se hacen amar de una manera increíble y única. Y te enseñan con su forma de vivir, muchas cosas escenciales de la vida, que uno suele olvidar: Tomarnos y respetarnos nuestros tiempos, ser abundantes con nosotros mismos, amar, vivir el momento, disfrutar, ser feliz con lo necesario, darte cuenta de cuanto vale el hogar que tienes, los cariños que te rodean y cuan lejos uno puede llegar tan solo con eso. Incluso te demuestran que vale más la paz de tu alma, que todo el "confort" que te pueda rodear, pues sin lo primero, lo segundo se vuelve completamente inútil. Te muestran cuanto puede sanarte una simple caricia, y cuán acompañado pudes estar, solamente con que  se sienten a tu lado o te miren con esos ojos repletos de emociones.


"MATUTE"
"NEKO"

"Matute": Siesta en la pileta!


Compartir tu vida con uno de estos animalitos es un privilegio, una experiencia maravillosa que nunca imaginan aquellos que no lo han vivido. Aquellos cuyas almas han sido tocadas por la de un gato, sabemos  de lo que hablo. Aquellos que no, siempre están a tiempo.




Buen viaje mi morocho hermoso....!!! Gracias por compartir con nosotros, parte de tu viaje!




No hay comentarios.:

Publicar un comentario