miércoles, 26 de febrero de 2014

Un sol diferente... "Hasta pronto" Carlos Paez Vilaro

"Caminante no hay camino, sino estelas en la mar..."



Que cosas son las que convierten a una persona en un ser "excepcional"...? Supongo que hay casi tantas respuestas a esto, como personas en el mundo... no obstante, tengo claros los ingredientes que a mi me llevan a evaluar esta condición en algunos seres humanos.

Algunas personas, simplemente, dejan una huella profunda por donde pasan. En muchos casos, esta huella obedece a un talento especial, a una gran obra, a una mente brillante, o una humanidad increíble. Ciertas personas se convierten en "personajes" venerados públicamente, otros en seres anónimos cuya influencia solo pueden atestiguar en su entorno.

Cada tanto, en algún rincón del mundo, confluyen en un solo ser, varias de estas características al mismo tiempo, y entonces, marcan un mojón en el camino, dejando a su paso un tremendo legado que perdurará por siempre. Así es con Carlos Paez Vilaro.


Casapueblo Febrero 2009                                      
 
 
La cafetería del museo
 
 
Todos conocemos su arte, su incalculable legado cultural dentro y fuera de fronteras. El sol que lo acompañara a lo largo de su vida entre el tonar de las lonjas y que supo llevar a cada rincón del mundo a lo largo de su camino. Algunos pocos, también conocen al hombre detrás del arte y su obra. Polifacético, de una sencillez increíble, pero sobre todas las cosas, un ser que persiguió sus sueños con la misma determinación que siempre rigió en su vida y con una pasión que no lo abandono ni siquiera en los últimos días.


Carlos Paez Vilaro pinta mural en el nuevo Mercado Agrícola


Yo naci en los años 70. Me crie en un Punta del Este muy diferente al que es hoy. Casapueblo ya existía, aunque lejos estaba aun de ser lo que hoy es. Pero el arte de Carlos Paez Vilaro ya brillaba con luz propia. Era imposible ya en aquellos tiempos pensar en Punta del Este sin evocar su Casapueblo inserto en aquel peñasco por entonces bastante desolado aun. Su arte era ya en aquel momento un sello indiscutido del lugar y de aquella época.


A lo largo de mi infancia solía ir regularmente a Punta Ballena y conforme yo crecía vi crecer también Casapueblo. Paez Vilaro ya era una celebridad destacada en el lugar y un referente cultural. Pero era su carácter de hombre simple, apacible, enamorado de aquel rincón junto al mar lo que mas destacaba de su persona.  Para ese entonces, ya había viajado por medio mundo (y lo seguía haciendo), había pintado incontables obras, había compartido historias con artistas de la talla de Picasso y Dalí, tenia un papel destacado (y querido) en el mundo carnavalero de las comparsas, y su arte abarcaba la pintura, la escultura, y aun mas alla, era seducido por la arquitectura y un sinfín de talentos mas. Casapueblo recién se iniciaba, y en su inicio fueron las propias manos de Paez Vilaro las que moldearon aquella escultura habitable. Homenaje al sol, pero también a la mujer y a la naturaleza.



Pero lo que tal vez mas recuerdo de Paez Vilaro durante mi infancia, no es nada de esto. Lo que mas recuerdo de Paez Vilaro es como mi madre me contaba una y otra vez la historia de como este hombre, cuando su hijo cayó en un avión sobre la Cordillera de los Andes, había sido el único que tercamente seguía insistiendo en que su hijo estaba vivo. Como este padre se tomo un avión a Chile y desde allí personalmente, había hecho denodados esfuerzos buscando con una convicción increíble a ese hijo que él sentía que seguía vivo. Esta historia me acompaño siempre. En mi mente, siempre tuve la "imagen mental" de ese padre tirando de una cuerda invisible de un lado, y su hijo en el otro extremo tirando otro tanto, hasta que lograron encontrarse.

La primera vez que entre a visitar el museo de Casapueblo, ya estábamos en los años 90. Punta del Este era mas parecido a lo que es hoy, y Casapueblo era un lugar consolidado con marca propia. Con el correr de los años, y en mis reiterados viajes de placer o de trabajo a Punta del Este, se hizo parte del camino, pasarme por allí a tomarme un café en el museo, o disfrutar un batido en sus terrazas para, como todos, gozar de sus inigualables puestas de sol, dejándome también inspirar por aquel lugar repleto de sensaciones.  

                    Terrazas de Casapueblo - 2011


Pero recorrer cada rincón era una experiencia única, llena de magia y donde de alguna manera caprichosa, el tiempo parecía detenido en un instante sublime. En cada recodo, mas allá de contemplar su obra, uno casi podía ver a Paez Vilaro, pincel en mano, dando rienda suelta a todo su ser. 




Fue entonces, cuando entré en el pequeño auditorio, donde uno puede sentarse a ver un pequeño "documental" donde el propio Paez  Vilaro cuenta su vida. Entonces, me termino de cautivar...

Terraza al mar - Atardecer Febrero 2009


Detrás del artista de renombre, detrás del padre que mantuvo una fe inquebrantable, estaba el hombre. Una persona de carne y hueso, con sus sueños, sus ambiciones, sus inquietudes, sus talentos, pero sobre todo, con una determinación a prueba de todo. Para muchos, es impensable que este "personaje" alguna vez haya podido pasar alguna "necesidad"... pero con la misma sencillez que lo caracterizo siempre, él cuenta en ese documental, como en determinado momento de su vida, y la de Casapueblo, no contaba con los medios económicos para continuar, así como otras veces de pronto se hallaba sin dinero y entonces siempre buscaba la manera de "reciclar" la situación para seguir persiguiendo sus sueños.
En sus viajes vivió experiencias riquísimas, pero el mismo narra en diversas entrevistas, que no todas fueron de placer, y de las veces que estuvo en serios problemas, como en su estadía en el Congo. Puso su "granito de arena" en todas las causas en las que creía; y entonces vuelve a aflorar el hombre, detrás del personaje público.

Su vida fue tan rica como su paleta, y tan prolífica como su propio arte. Vivió según su inquebrantable fe, su terca voluntad, exprimiendo a cada paso, cada segundo de vida. A sus 90 años, y pocos días antes de fundirse finalmente con ese sol que tanto amó, aun lo pudimos ver desfilando con su querida comparsa, con su tamboril batiendo lonjas hasta la eternidad.

Este es para mi, sin dudas, un ser excepcional, que tras de si deja no solo un incalculable legado, sino un ejemplo de vida que no tiene desperdicio. Un caminante que hizo  _tal como la canción_ su camino al andar, y que dejó, sin lugar a dudas, una gran estela en el mar.

CHAPEAU!!!

Atardecer en Casapueblo - 2010

2 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=HDdKf4a9zcg

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  2. Podrìas escribir un libro tbn no?
    Q DIVINO ESCRIBIS lU!!!
    ME ENCANTÒ!!!!
    GRAN HOMBRE, GRAN HISTORIA.
    BESOTES

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